lunes, 18 de agosto de 2008

(34) UN TRIBUNAL DE HONOR


Muy pocas veces las circunstancias que rodean la muerte
de algún personaje histórico han despertado tanta
controversia como en el caso Tchaikowsky. Su carácter
melancólico, a veces depresivo, su ya sabida orientación
sexual, sus indiscreciones sentimentales y cierta
negligencia relacionada con la higiene se mezclan y
luchan por encontrar el motivo que explique la causa de su
muerte y la forma en la que ésta tuvo lugar.
¿Bebió el famoso vaso de agua sin hervir en plena epidemia
de cólera?, ¿fue un despiste o fue una forma, bastante tonta
por cierto, de suicidio?, ¿Era sólo agua o llevaba algún tipo
de aliño, léase arsénico? y por último, la más morbosa:
¿fue un suicidio inducido?



Tchaikovsky junto al pianista y futuro director Alexander Ziloti en 1890.

Como muchos homosexuales de su época Piotr, a diferencia
de su hermano Modest, prefirió vivir su vida volcado en el
trabajo dejando su sexualidad, por miedo y complejos, en
un discreto...último plano. Con gran temor hacia el contacto
físico (qué gran paciente se perdió herr Freud) sin embargo,
siempre buscó el afecto de todos, en especial el de los más
jóvenes.



Con el violinista Yosif Kotek en 1877.

En 1893 entre las amistades del compositor encontramos al
joven Alexander sobrino del influyente conde Stenbock-Fermor.
No sabemos, y para el caso da lo mismo, de que tipo eran las
atenciones que Piotr prestaba al joven, lo cierto es que enterado
el conde y escandalizado por esta relación poco tardó en dirigir
ante el mismo Zar una denuncia por "sodomía y perversión"
(es curioso como dos años más tarde en Inglaterra se
repetiría un escándalo similar en la persona de Oscar Wilde
y de consecuencias no menos trágicas).




Tchaikovsky con el chelista Anatoly Brandukov en 1888.

Sin embargo, la carta, interceptada por un compañero de sus años
de jurisprudencia (¡de nuevo la dichosa escuela!), Nikolai Jakobi,
nunca llegaría a manos del Zar. Avisados siete compañeros más
de la escuela del contenido de la misiva acordaron convocar
al compositor para someterlo a un "tribunal de honor". La reunión
tuvo lugar en casa de Jacobi el 21 de octubre (según el calendario
ruso), cinco días antes había tenido lugar el estreno de su sexta
sinfonía.



Con su sobrino más querido: Vladimir Davydov,
a quién fuera dedicara la sinfonía nº 6.

De esta reunión salió Piotr convencido de que para salvaguardar
su honor y el de todos sus compañeros de escuela no había
más salida que la del suicidio. De vuelta a casa probablemente
recordó aquel día de
1877 cuando tras el desastre que supuso
su patético matrimonio intentara suicidarse arrojándose
a las heladas aguas del Moscova.
Abatido llegó a su casa, bebió el vaso con agua (y arsénico)
mientras murmuraba: "¡A quién puede importarle!".



De nuevo con Brandukov.

El resto de la historia ya es de sobra conocido: el vaso
con arsénico que se hace pasar por agua contaminada,
la agonía y muerte por cólera (por cierto, el 24 de octubre
y no el 25 como se hizo oficial)... y un gran funeral con
toda la pompa posible en la catedral de Kazán.
Si el relato es cierto o no que cada cual elija la versión
que más le guste. Yo tan sólo os recomiendo la magnífica
biografía que sacó a la luz tan tristes acontecimientos y
que publicada en España por Alianza Música escribiera
Alexandra Orlova.





3 comentarios:

erfoud dijo...

¡QUE LUJO DE BLOG!

Y que elgante está tratado el tema de hoy.

¿Cuantos actos de desagravios habría que organizar en honor de los que tuvieron que tomar arsenico, sufrir carceles o destierros?

XS dijo...

Pués si leyeras las cosas que van diciendo en internet sobre este asunto se te caerían los palos del sombrajo. Sirva esta modesta entrada de homenaje al genio ruso.

XS dijo...

...y a todos aquellos que sin ser genios han sufrido injusticias como esta tan sólo por un poco de felicidad.

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