martes, 30 de diciembre de 2008

(69) MADRID BIEN VALE UN COCIDO

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Pepe Blanco
"COCIDITO MADRILEÑO"
Quintero / León / Quiroga



No me hable ustéd
De los banquetes que hubo en Roma,
Ni del menú del hotel Plaza en New York,
Ni de faisán, ni de los foiegrases de paloma,
Ni me hable ustéd de la langosta al thermidor.

Porque es que a mí sin discusión me quita el sueño,
Y es mi alimento y mi placer,
La gracia y sal que al cocidito madrileño
Le echa el amor de una mujer.

ESTRIBILLO:

Cocidito Madrileño
Repicando en la buhardilla,
Que me huele a hierbabuena
Y a verbena en las Vistillas.
Cocidito madrileño
Del ayer y del mañana,
Pesadumbre y alegría
De la madre y de la hermana.
A mirarte con ternura
Yo aprendí desde pequeño,
Porque tu eres gloria pura,
Porque tu eres gloria pura,
Cocidito madrileño.

Dígame ustéd dónde hay un cuadro con más gracia
Con el color que da la luz del mes de abril,
Cuando son dos y están debajo de una acacia
Y entre los dos un cocidito de albañil.

Cuando el querer de una mujer le dice al dueño
de su hermosura y su pasión
"Toma mi bien tu cocidito madrileño
Que dentro va mi corazón".

(ESTRIBILLO)



Fiel a la cita invernal de cada año Boccanegra vuelve a Madrid.

Y nada más llegar qué mejor que un buen cocido en Casa Paco.

¿Cuántos platos de garbanzos cayeron?

Pastora alivia los calores del almuerzo con/tras su abanico.

Entre plato y plato, Rosa Mari y José Manuel en animada conversación.

Bajo los manteles el hule de la mesa nos deja bien clarito dentro de qué dominios nos movemos.

Y tras la rotunda experiencia gastronómica un poco de turismo.

Susana y Benjamín en la Plaza Mayor.

Y de nuevo Susana con una simpática lugareña.

De regreso al hotel una vista de la Gran Vía desde la terraza.

Y Boccanegra dentro de la habitación.



Al día siguiente, unas "compritas" y, con el olor del cocido aún en la memoria, otra castiza visita culinaria. En esta ocasión Guille nos invita a comer en "El Bocho".

domingo, 21 de diciembre de 2008

(68) BACH CAMINO DE LEIPZIG

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En el año 1721 dos matrimonios marcarían profundamente el destino de J.S. Bach en Köthen. En primer lugar el suyo propio con la joven soprano Anna Magdelena Wilcke tras la muerte de su primera esposa, María Bárbara, en 1720 y que le había dejado viudo y con siete hijos. Si este enlace trajo de nuevo la alegría a la vida del desconsolado músico el contraído por el príncipe Leopold Anhalt-Cöthen, a cuyo servicio trabajaba Bach como Kapellmeister desde 1717, tan sólo una semana más tarde con su prima, Fredericka Henriette, precipitó de forma irremediable su partida hacia Leipzig.


Vista de Leipzig a finales del siglo XVIII

Según cuenta la historia las relaciones entre señor y siervo antes de la boda eran casi idílicas. El príncipe, gran amante de la música, acostumbraba a tocar el violín en la orquesta de la corte y es posible que interpretara alguna de las numerosas composiciones que Bach creara durante estos últimos cuatro años. Sin embargo, tras la boda la tal Fredericka inició una campaña para convencer a su esposo de que abandonara unas actividades que ella creía poco apropiadas para un príncipe.

Vista de Leipzig en la actualidad.

En 1722 la situación llega a ser tan tensa que Bach comienza a barajar la posibilidad de trasladarse a otra ciudad en busca de unas mejores condiciones laborales. La ocasión perfecta llegó pocos meses más tarde con la muerte de Johann Kuhnau en junio de este mismo año, acontecimiento que dejaba la plaza de director de la Thomasschule de Leipzig vacante.

Thomaskirchof a principios del siglo XVIII
Al fondo el edificio de la Thomasschule

La ciudad de Leipzig en estos años era una de las más importantes y prósperas de Alemania. Con más de 30.000 habitantes y a pesar de no contar con una corte estable la importancia de su universidad, de sus imprentas y de sus ferias comerciales unida a su estratégica situación la convertían en una de las más cosmopolitas capitales de Europa. No es por tanto de extrañar el gran atractivo que este destino representaba para nuestro músico.

Monumento a Johann Sebastian Bach junto a la Thomaskirche de Leipzig

Sin embargo, no todo eran ventajas en este nuevo empleo. El trabajo como Cantor de Santo Tomás tenía mucho más de maestro de escuela que de compositor. Precisamente el hecho de tener que enseñar a los alumnos disciplinas tan áridas para un músico como el latín había disuadido a varios candidatos anteriores a aceptar el puesto. Entre éstos los hubo tan ilustres como Telemann y solamente ante la escasez de aspirantes el Consejo de la ciudad se decidió a aceptar la oferta de Bach.

Documento de abril de 1723 por el que Bach es contratado como
"Directore Chori Musici Lipsiensis"


El 22 de mayo de 1723 llegaba Bach con su familia a su nueva residencia. A pesar de las duras condiciones del contrato, más propias de un funcionario que de un artista de su categoría, y del trato distante que siempre encontraría dentro de Consejo municipal la llegada del músico fue recibida como todo un acontecimiento por la prensa local:
"El pasado sábado, cuatro carromatos con las pertenencias del nuevo Kapellmeister procedente de la corte de Köthen han llegado a Leipzig a las dos de la tarde. Él y su familia han llegado en dos coches y se han trasladado, a continuación, a sus recién decoradas dependencias en el edificio de la escuela".

Una de las principales obligaciones de Bach en Leipzig era la de abastecer de música durante todas las festividades del año a las cuatro principales iglesias de la ciudad. En estos grabados de la época podemos ver las dos más importantes: a la derecha la Thomaskirche y la Nikolaikirche a la izquierda. En ambas se alternaban cada semana los mejores cantores de la Thomasschule interpretando las cantatas que para la ocasión eran compuestas por su Thomaskantor.

Thomaskirche

Nikolaikirche

A la izquierda, el edificio de la Thomasschule. En la otra imagen el edificio del "Café Zimmerman" donde tenían lugar numerosas veladas musicales

De sobra son conocidas las limitaciones, tanto de tiempo como de efectivos, con los que Bach contaba para este cometido y que tantas disputas le acarrearon con el Ayuntamiento.
A ésto podemos añadir, a diferencia de la libertad con la que podía trabajar en Köthen, el férreo horario de actividades a que se debía ajustar cada jornada en su nuevo cometido:
Los lunes, martes y miércoles, de nueve a doce estaban dedicados a las clases de canto.
El jueves podía disponer libremente de todo el día.
El viernes se impartían el resto de disciplinas, suponemos que con el dichoso latín incluido.
Los sábados por la tarde tenía lugar el único ensayo (!!!) de la cantata que al día siguiente se interpretaba en el servicio matinal.


Órgano y coro de la iglesia de Santo Tomás

La escuela contaba con unos 60 jóvenes de edades comprendidas entre los once y los veinte años y procedentes de las clases más desfavorecidas de la ciudad. Según una nota del propio Bach tan sólo 17 de ellos eran bastante buenos para cantar. Con unos 20 más se podía, con mucho esfuerzo, sacar algo de música. Pero al resto los calificaba sin ambages de auténticamente incapaces. Para estos últimos quedaba el dudoso honor de atender el servicio dominical en las otras dos iglesias de la ciudad, la Neuekirche y la Petrikirche, donde, por regla general, no se interpretaba la música de Bach y sí himnos y corales de más sencilla ejecución. Para la parte orquestal se podía contar con la "Städtisches Orchester" que con sus escasos diez miembros también entraba dentro de las competencias del nuevo Thomaskantor.
¡Y en estas condiciones compuso la obra que todos conocemos!
Afortunadamente la culta sociedad de Leipzig contaba con más músicos, entre ellos el famoso Gottfried Reicha, deseosos de participar en las obras del apurado compositor que en pocos meses ya era conocido como una de las personalidades más prestigiosas de la ciudad.

John Eliot Gardiner en una actuación durante el "Festival Bach" en la Thomaskirche. Mayo de 2007


miércoles, 17 de diciembre de 2008

(67) ¡GRABAD ESTE NOMBRE EN METAL Y MÁRMOL!

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Leonardo da Vinci (1482)
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J.S. BACH: cantata BWV 63

1. CHOR

Christen, ätzet diesen Tag
¡Cristianos, grabad este día
In Metall und Marmorsteine!
En metal y en mármol!

Kommt und eilt mit mir zur Krippen
¡Venid presto conmigo al pesebre
Und erweist mit frohen Lippen
Y ofreced con una sonrisa
Euren Dank und eure Pflicht!
Vuestra gratitud y fidelidad!
Denn der Strahl, so da einbricht,
Pues este rayo que así irrumpe,
Zeigt sich euch zum Gnadenscheine.
Símbolo es de la luz de la gracia.

Johann Michael Heineccius (1674–1722)

Alberto Durero (1504)

Discutir a estas alturas del siglo XXI sobre el sentido de la Navidad para alguien que, como Boccanegra, cree que tan sólo somos el fruto de una casualidad cósmica me parece una tarea inútil.
Sin embargo, en un blog como éste, donde dos de mis grandes pasiones, la música y la pintura, se dan cita en casi todas las entradas no puedo dejar pasar, así sin más, un acontecimiento que tan honda impresión ha dejado a lo largo de estos últimos veinte siglos en toda la cultura occidental.

Pieter Brueghel (1564)

Interior de la iglesia de Santo Tomás en Leipzig

El 25 de diciembre de 1723, Johan Sebastian Bach presenta en Leipzig, junto con su famoso "Magnificat", esta esplendorosa cantata. Es evidente el interés que el compositor demuestra por deslumbrar, en su primera Navidad en la ciudad sajona, al que desde ese momento será su público habitual rescatando una de sus obras preferidas y que ocho años antes había compuesto en Weimar. Y Boccanegra pregunta: ¿eran conscientes los habitantes de Leipzig de quién acababa de llegar a su ciudad ? ¿Podemos imaginar hoy en día algo similar?
(Según la COPE sólo uno de cada diez jóvenes van a misa ¿Alguien más está pensando lo mismo que yo?)

Hieronymus Bosch (1475)


Jan Jansz Mostaert (1520)

Para tan solemne ocasión Bach aumenta los efectivos que encontramos en la cantata original, principalmente en oboes y trompetas. Todo el brillante y jubiloso coro inicial, en un danzarín compás de 3/8, gira en torno al número tres (quizá en referencia a los miembros de la familia sagrada). El dispositivo orquestal (DESCARGA PARTITURA) se estructura en tres grupos (trompetas, oboes y cuerda) y a su vez, cada uno de ellos, de nuevo en tres partes (t1-t2-t3, ob1-ob2-ob3 y v1-v2-viola) creando una textura sonora realmente espectacular. Uno de estos maravillosos efectos contrapuntísticos lo encontramos en el fragmento de la sección central (Denn der Strahl) donde las voces van entrando una tras otra creando una auténtica sensación de brillantes haces de luz.

Artista alemán desconocido (1420)


La versión que os propongo hoy pertenece a la primera parte del ciclo grabado por John Eliot Gardiner (BACH CANTATA PILGRIMAGE) y responde a la perfección, por su brillantez, claridad y estilo, a la interpretación ideal que todos esperamos de esta música. Tras la rescisión del contrato por parte de la casa Deutsche-Grammophon el titánico proyecto ha podido proseguir su peregrinación gracias al nuevo sello creado por el propio director y que lleva el apropiado nombre de "Soli Deo Gloria".

DESCARGA:


Giotto (1304)

Maravillosa música de uno de los genios más grandes que ha dado la humanidad. Hoy me gustaría celebrar su nombre, grabado en mármol y metal, y compartir con todos vosotros la gloria de esta música.


¡FELIZ NAVIDAD!

lunes, 15 de diciembre de 2008

(66) ¡FELIZ NAVIDAD!... EN NAVARRA

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Los chicos del C.M. Belagua posan tras la ceremonia de entrega de Becas con José María García como padrino.

Pues ya que estamos casi de vacaciones nada mejor que los chicos de la Universidad de Navarra para desearos a todos una feliz Navidad.



Ya sé que el vídeo es un poco atrevido, y que la violencia que encierra, tanto por lo agresivo de su texto como por lo lascivo de su coreografía, puede herir la sensibilidad de más de uno (por favor, esperad hasta el final que es cuando llega el subidón).
Así que, "ACHTUNG!", que esto es droga...y de las duras:
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Y como los chicos del Colegio Mayor "Belagua" están solitos ( los niños con los niños y las niñas...) aquí están las chicas del C.M. "Olabidea" para hacerles compañía con su "Oveja Naranja". Atención al surrealismo de la letra:
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La verdad es que nunca le perdonaré a mi padre que no nos llevara de vuelta a Pamplona. Con lo bien que hubiera quedado yo con mi violín y mi bufanda...
En fin, que experimentos como éstos, de máxima vanguardia, es lógico que provoquen al personal más inofensivo y les empujen a explorar nuevas dimensiones dentro, eso sí, de la misma temática:

Los otros chicos, los de "Soziedad Alkoholika"
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sábado, 6 de diciembre de 2008

(65) PUCCINI: LA RONDINE

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Considerada como la hermana menor dentro de la producción pucciniana , "La Rondine” parece gozar en estos últimos años del reconocimiento que en un principio se le negó. Quizá la principal causa de este desprecio la podamos encontrar en las circunstancias que rodearon su gestación.
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Fueron los empresarios del Karl-Theather de Viena los que, aprovechando la presencia de Puccini en esa ciudad, tuvieron la idea de confiarle la creación de una opereta cómico-sentimental al más puro estilo vienés. El compositor, poco interesado en un comienzo, firmó el contrato en 1914, motivado más que nada por las malas relaciones que estaba manteniendo en Italia por aquel entonces con el empresario Giulio Ricordi .
La idea de escribir una opereta parece ser que no estimulaba demasiado la inspiración de Puccini de forma que, con la colaboración del escritor Giuseppe Adami, transformó la estructura de la opereta inicial en una ópera italiana más convencional. El inicio del conflicto bélico que se inició en 1914 dio al traste con el estreno de la obra en Viena y, posteriormente, en Italia encontrando en Monte Carlo el lugar más idóneo donde la ópera pudo al fin ser estrenada el 27 de marzo de 1917.

Cartel de la premiere italiana: Bolonia, 2 de junio de 1917

Otra de las causas que pueden haber motivado el relativo desinterés del público, y un cierto menosprecio por parte de la crítica, es su excesiva conexión argumental con dos de la obras más representativas de los dos géneros de los que "La Rondine" se nutre: "La Traviata" y "El Murciélago" . En ambos casos la ópera de Puccini sale perdiendo pues ni consigue plasmar en el papel de Magda un personaje tan mítico como el de la Violeta verdiana ni la trama logra la agilidad y la frescura que encontramos en la opereta de Johann Strauss.

¿Pero, debemos concluir por todo ello que "La Rondine" es una obra fallida? Creo que no. Difícilmente podría salir de la pluma de un músico de la categoría de Puccini una obra que careciera de algún momento de interés y en "La Rondine" éstos son muchos. Desde el primer compás la brillante orquestación lleva el sello indiscutible de su autor que nos proporciona momentos tan deslumbrantes como el que encontramos en este brindis del segundo acto, el conmovedor final, uno de los más emotivos del compositor de Lucca, por no hablar del conocido "Chi il bel sogno di Doretta" con su original preludio pianístico.


"LA RONDINE" DE PAPPANO

Tengo que confesar que el motivo de esta entrada no es otro que el descubrimiento de la versión que en 1997 grabara el director británico Antonio Pappano (1959) y que me corrobora una vez más la gran calidad alcanzada por el director a lo largo de su corta, aunque intensa, carrera. Hasta hoy la única versión por mí conocida era la que en 1983 grabara Lorin Maazel con las voces de Plácido Domingo y Kiri te Kanawa, ambos en el mejor momento de sus respectivas carreras. Con un reparto tan estelar como éste, aunque difícilmente equiparable en calidad, y al frente de la misma orquesta el resultado logrado por Pappano es simplemente espectacular. Tan sólo basta con escuchar la escena del brindis, al final del segundo acto, para comprobarlo. Si no conocéis la ópera esta es una buena ocasión para descubrirla de la mano de uno de los directores más interesantes del panorama actual.

DISCO1

DISCO2

LA RONDINE (Libretto: italiano/español)

A continuación os dejo con algunos fragmentos del montaje del MET con la misma pareja protagonista:

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domingo, 30 de noviembre de 2008

(64) LA INFANTA Y EL PINTOR

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Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (1599-1660)
Autorretrato (1640), Museo de BBAA, Valencia


Las desastrosas consecuencias que los endogámicos acuerdos matrimoniales iniciados por los Reyes Católicos en el siglo XVI, véase entrada (27) UN ASUNTO DE FAMILIA, parece ser que no sirvieron de escarmiento alguno a la casa de Austria. Muy al contrario, a lo largo de todo el siglo XVII, la política matrimonial continuó con tan insana costumbre a pesar de las evidentes muestras de degeneración que, a menudo, en algunos de sus miembros se iban presentando.

Felipe IV (1655)

En 1649 el rey Felipe IV avanzaba un paso más en esta disparatada carrera contrayendo matrimonio con su sobrina, Mariana de Austria, una vez que ésta quedó libre del compromiso con su primo, el príncipe Baltasar Carlos, tras su temprana muerte en 1646.

Mariana de Austria (1652)

Por tanto, no es de extrañar que de los seis hijos habidos en el matrimonio cuatro murieran antes de cumplir los cuatro años de edad. De los otros dos, uno de los que alcanzaron la juventud, Carlos, sería conocido, ni más ni menos, con el sobrenombre de "el Hechizado", y aunque llegaría a reinar, eso sí, enfermo, falto de entendederas y estéril, llevaría desde entonces y ante la Historia el "honor" de haber acabado con la dinastía de la casa de Austria.

El príncipe Carlos (1661-1700), futuro Carlos II, a la edad de diez años.
Juan Carreño de Miranda (1671)

Sin embargo, la primogénita, una preciosa niña de ojos azules y cabello dorado, aparentemente, parecía que quedaría libre de la maldición que se cernía sobre el resto de sus hermanos.

Infanta Margarita (1654). Kunsthistoriches Museum, Viena

Nada más nacer y tentando de nuevo a la suerte, la pequeña infanta fue prometida en matrimonio a su tío, el futuro emperador de Austria, Leopoldo I. A falta de facebook la única forma de informar a la corte austriaca del aspecto físico de Margarita y de sus cambios con el paso de los años era mediante el retrato. Sólo la corte española podía permitirse el lujo de contar para tal cometido con un artista de la categoría de Velázquez que recién llegado de su segundo viaje por Italia, y tras dos años de ausencia, pondría en este cuadro mucho de lo visto y aprendido en tierras transalpinas. El primer retrato enviado a Viena nos muestra a la infanta con tan sólo tres años de edad. Lo que en manos de cualquier otro artista hubiera sido el inicio de una rutinaria serie de encargos en las manos del artista sevillano se convierte en una colección de magníficos retratos que, sin duda alguna, se encuentran entre lo mejor de su producción.

Velázquez, que por entonces contaba 55 años de edad, enfila la última etapa de su carrera. Este encantador retrato, quizá el mejor de todos los dedicados a la infanta, nos da una idea de la prodigiosa técnica alcanzada por el pintor en los últimos años de su vida y que nos hace recordar las palabras de Moratín referidas a ese otro gran pintor español en sus últimos años: "Goya, pinta que se las pela, sin querer corregir nada de lo que pinta". Basta para corroborar esta afirmación con contemplar ese milagro de pintura que se encierra en el sencillo jarrón de cristal situado sobre la mesa y que nos recuerda de forma inevitable a los maestros impresionistas que aún tardarían en llegar doscientos cincuenta años.

Infanta Margarita (1654). Museo del Louvre, París

En esta ocasión la destinataria del retrato es la reina de Francia, esposa de Luis XIII y hermana de Felipe IV, Ana de Austria. De diminutas dimensiones la autoría del cuadro es hoy en día discutida por algunos expertos que ven más presencia del taller del pintor, en especial de su yerno Martínez del Mazo, que del pincel del propio Velázquez (Más sobre esta cuestión AQUÍ). Polémicas aparte lo cierto es que el cuadro es una de las joyas más apreciadas del museo y cuenta con una curiosa leyenda según la cual Degas y Manet se habrían conocido en el Louvre mientras admiraban extasiados el cuadro del pintor sevillano. En la parte superior se puede apreciar los restos del nombre de la infanta añadido un día en letras de oro y retirado tras la reciente restauración.

Las Meninas (1656). Museo del Prado



Dos años más tarde la infanta protagonizaría el cuadro más famoso de su autor y una de las obras más geniales de toda la cultura occidental. Hablar de las virtudes de este gigantesco lienzo no viene ahora al caso, quizá en una próxima entrada. Tan sólo me gustaría llamar la atención acerca del cariño que el pintor debía sentir por esta niña para hacerla protagonista una vez más, y esta vez sin encargo de por medio alguno, de su obra más ambiciosa.



La Infanta Margarita (1656) Kunsthistorische Museum, Viena

Por la misma época en que Velázquez pintaba "Las Meninas" debió trabajar en este lienzo que, de nuevo, tenía como destino la corte vienesa. En este retrato la infanta, que por entonces contaba con cinco años, viste ya el guardainfante tan de moda en la corte española de entonces y en unos tonos similares al que aparece en "Las Meninas".

La Infanta Margarita en azul (1659) Kunsthistorische Museum, Viena

Un año antes de su muerte Velázquez plasmará una vez más, y ya veremos si es la última, a la infanta española a la edad de ocho años. Para esta ocasión Margarita viste un traje azul oscuro y plateado que permite al artista todo un despliegue de su virtuosismo técnico con unas pocas pinceladas. Si la plasmación de las distintas texturas en rostro, traje, mangas y manguito es soberbia no lo es menos la portentosa capacidad de Velázquez para conseguir los distintos volúmenes gracias a su peculiar tratamiento de las luces y dotar a toda la obra de la profundidad espacial tan característica del pintor.

La infanta Margarita (1660). Museo del Prado
Considerada, hasta hace pocos años, como la obra maestra de la técnica pictórica de Velázquez y su canto del cisne, sin embargo hoy en día, y siempre según los expertos, nada hace suponer que el pintor sevillano tuviera algo que ver en su realización. Obra, en un principio, iniciada por Velázquez se pensó durante años que fue terminada por su yerno y discípulo Juan Bautista Martínez del Mazo (1605-1667) a quién se debería la autoría tan sólo del rostro y del cortinaje carmesí del fondo. Sin embargo, difícilmente podría el taller finalizar una obra con el rostro del retratado cuando ésta era la parte del cuadro por donde siempre comenzaba, al igual que la mayoría de los pintores, el artista andaluz. Según otras versiones lo que en realidad hizo del Mazo fue retocar el rostro de la infanta que tras la muerte de Velázquez y al haber quedado la obra tanto tiempo detenida había cambiado sensiblemente de fisonomía. En realidad, y fuera quien fuese su autor, el retrato nunca fue enviado a Viena mandándose una copia, obra de Martínez del Mazo, de dimensiones más modestas cuatro años más tarde. El retrato, motivo de admiración por razones evidentes por todos los impresionistas, es de un impacto visual realmente fascinante y demuestra, si es cierto lo infundado de la autoría velazqueña, hasta que punto las maneras del maestro habían calado en su discípulo.

Juan Bautista Martínez del Mazo (1605-1667)
La infanta Margarita de luto (1666), Museo del Prado


Un año antes de partir para Austria y convertirse, por fin, en esposa de Leopoldo I, el rey Felipe IV fallece. Esta será la última ocasión en que la infanta sea retratada como tal y en suelo español.
Viendo la sobriedad y factura del cuadro de Martínez del Mazo, y comparándolo con el despliegue cromático y técnico del retrato de 1660, parece difícil creer que hayan sido realizados por la misma mano, pero si los entendidos lo dicen...

La infanta Margarita (1662-1664). Autor desconocido.
Kunsthistorische Museum, Viena


La infanta Margarita (1665). Gerard du Chateau(?).
Kunsthistorische Museum, Viena

Tras la muerte de Velázquez la infanta continuó siendo retratada por otros artistas. Nada como estas obras, de relativa calidad, para apreciar en su justa medida el valor de los retratos de Velázquez.

Leopoldo I (1640-1705). Benjamin von Block (1672).
Kunsthistorische Museum, Viena

El emperador Leopoldo I con vestimenta de teatro (1667). Jan Thomas
Kunsthistorische Museum, Viena

La emperatriz Margarita con vestimenta de teatro (1667). Jan Thomas
Kunsthistorische Museum, Viena

Huérfana de padre y de retratista la infanta llega en 1666, con tan sólo quince años, a la corte de los Habsburgo para convertirse en emperatriz del Sacro Imperio Romano Germánico. Es difícil imaginar los sentimientos de una joven adolescente que abandona su casa para casarse con su tío, once años mayor que ella y no muy agraciado físicamente, en un país extraño y a cientos de kilómetros de su hogar. Sin embargo, nada de melodramático hay en esta historia. Por lo visto el emperador Leopoldo I debió ser un tipo de lo más divertido. Para comprobarlo no hay más que ver los retratos que, al poco tiempo de la boda, se hicieron ambos monarcas con los trajes que habitualmente se empleaban en el teatro y en la incipiente ópera, espectáculos a los que ambos eran muy aficionados, para comprender el ambiente que reinaba en la corte vienesa tan diferente del más austero de la corte de los austrías españoles.
Sin embargo, poco duraría la felicidad de la imperial pareja. En 1673, y tras las complicaciones surgidas en su cuarto alumbramiento, fallecía Margarita a la temprana edad de veintidós años. Todos sus hijos morirían al poco de nacer. Tan sólo la segunda, Maria Antonia de Austria, llegaría a la "madurez" para morir, también de sobreparto, con la misma edad que su madre.
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