jueves, 4 de septiembre de 2008

(41) MEIN HERZ IST SCHWER!

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En la década de los cuarenta del siglo XIX la ciudad
de Leipzig vivió un auténtico resurgir musical de la
mano de figuras tan importantes como la de Félix
Mendelssohn, que haría de la renovada orquesta de
la Gewandhaus una de las mejores de Europa, o la
del violinista concertino de la misma Ferdinand David,
dedicatario de su famoso concierto en mi menor.
Es precisamente esta orquesta la que en 1841 estrenaría
la primera sinfonía de Robert Schumann, por supuesto
bajo la batuta de su gran colega y amigo Mendelssohn.
Tanto Mendelssohn como David pertenecían a importantes
familias de larga tradición judia que debido al creciente y
generalizado antisemitismo que se iba imponiendo por toda
Europa buscaron en la conversión a la fe cristiana la única
vía posible de acceso a ciertos sectores de la administración
y de la vida pública del momento.
A pesar de estas "deserciones" a mediados del siglo XIX
la comunidad judía de Leipzig se encontraba en pleno
auge: empresarios, científicos, mecenas y artistas de todo
tipo integraban la comunidad más numerosa de Sajonia
y una de las más numerosas de toda Alemania. En 1929
el conjunto de judíos en Leipzig alcanzaba la cifra de
14.000 habitantes de un censo total de unos 600.000
aproximadamente. A partir del año 1933 la barbarie y el
fanatismo asesinaría a la mayoría de ellos salvo a unos
pocos privilegiados que encontraron en el exilio su salvación.
Una vez finalizada la guerra en 1945 la comunidad había
quedado reducida a tan sólo veintidós miembros.




Mein Herz ist schwer!
¡Mi corazón está en tinieblas!
Auf! Von der Wand die Laute,-

¡Vamos! Toma el laud de la pared,

Nur sie allein mag ich noch hören,
Es lo único que aún puedo oir,
Entlocke mit geschickter Hand
Arranca con diestra mano
Ihr Töne, die das Herz betören.
Los sonidos, que al corazón seducen.
Kann noch mein Herz ein Hoffen nähren,
Aún puede mi alma alimentar una esperanza,
Es zaubert diese Töne her,
Tan encantadores son esos sonidos,

Und birgt mein trocknes Auge Zähren,
Y si las lágrimas asoman por mis ojos,

Sie fließen, und mich brennt's nicht mehr!
¡Qué corran, y así dejarán de abrasarme!


Nur tief sei, wild der Töne Fluß,

¡Que sólo sea una melodía profunda y salvaje,

Und von der Freude weggekehret!
Y carente de toda alegría!
Ja, Sänger, daß ich weinen muß,

Sí, cantor, tengo que llorar,
Sonst wird das schwere Herz verzehret!

¡Si no este negro corazón se consumirá!

Denn sieh! Von Kummer ward's genähret,
¡Mira! Entre aflicciones fue criado,
Mit stummen Wachen trug es lang,
Fue un largo padecer en callado desvelo,
Und jetzt vom Äußersten belehret,
Y ahora consciente de su desgracia,

Da brech es oder heil im Sang.
Sólo el canto puede sanarlo o romperlo.


DESCARGA "Aus den Hebraeische Gesängen"
(Ian Bostridge/Graham Johnson)


DESCARGA PARTITURA "MYRTEN" Op. 25

George Gordon (Lord) Byron (1788-1824)

Las “Melodías hebreas” escritas por Lord Byron en
1815 y basadas en textos del Antiguo Testamento
pronto se hicieron populares en toda Europa. Como
ocurriera con el texto de Goethe al poco de su aparición
ya corrían por todo el continente traducciones del poema
en distintas lenguas. Schumann se sirve en esta ocasión
de la versión del poeta Karl Julius körner (1783-1873) para
su lied incluido dentro del ciclo “Myrten” y publicado
en Leipzig en 1840 como opus 25 (nº 15).
De entre todo el ciclo, que por cierto regaló a Clara con
motivo de su reciente matrimonio, está canción es sin
duda la más importante y conmovedora de todas.
El lamento del rey Saul rogándole al joven pastor David
que consuele su espíritu tocando el laud es descrito ya
desde la misma introducción del piano, gracias al
cromatismo de las primeras corcheas, con una tristeza
no exenta de cierto exotismo donde los “sforzandi” de la
mano derecha se clavan como auténticos dardos.
Maravilloso resulta el contraste del recitado del tenor en
mi menor y la luminosa entrada del cantabile ahora en la
tonalidad de Mi mayor justo en el momento en el que
oímos: “Aún puede mi alma alimentar una esperanza”.
La segunda estrofa comienza con la misma introducción
que al principio dando paso en otra bellísima modulación
a un nuevo recitado ahora en el aparentemente “feliz”
tono de Do mayor (¡Que sólo sea una melodía profunda
y salvaje!) y de un inocente sabor mozartiano donde la voz
por razones obvias transita por las zonas más bajas de su
tesitura. La última sección (¡Mira! Entre aflicciones fue criado)
es una repetición de la cantinela de la estrofa anterior pero
ahora regresando a la más oscura tonalidad de mi menor.
Por último, la cadencia en un apacible Mi mayor parece
conceder a nuestro rey el tan deseado consuelo.

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