jueves, 10 de octubre de 2013

(137) TANTI AUGURI, MAESTRO!

Puede que de no haber nacido la evolución de la historia de la música no hubiera sido muy diferente a como con posterioridad se desarrolló a lo largo de todo el siglo XX. Puede que, comparado con su coetáneo teutón, este aspecto de su arte no alcance nunca tal relevancia revolucionaria. 
Pero de lo que sí podemos estar seguros es de que las temporadas de ópera en todos los teatros del mundo serían difícilmente imaginables si hace doscientos años no hubiera venido al mundo, en una pequeña aldea del norte de Italia, un niño al que pusieron por nombre Giuseppe Fortunino Francesco.
La aldea que entonces era conocida como Le Roncole hoy lleva unido como sentido homenaje su nombre, de forma inseparable, al de su ilustre paisano.
Hoy se cumplen exactamente doscientos años del nacimiento de ese niño. 
Hoy hace dos siglos que Giuseppe Verdi vino a este mundo y Boccanegra, rindiendo honor a su inspirador, no puede dejar pasar tan gloriosa fecha sin mostrar, una vez más, su eterno agradecimiento y admiración.

¡FELICIDADES, MAESTRO!


Verdi visto por Francesco Paolo Michetti (1887). 
Museo Barezzi, Busseto.

sábado, 10 de agosto de 2013

(136) BARENBOIM EN SEVILLA. TEATRO MAESTRANZA. 9 de AGOSTO 2013

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Tengo que reconocer que ante el "asunto Barenboim" no tengo una posición demasiado clara. Aunque por mi trabajo, directamente relacionado con la enseñanza musical, y por mis vínculos con la ROSS pudiera parecer que, en un principio, debiera estar más próximo a las posturas que desaprueban el gasto que supone esta aventura de la WEDO y que, al parecer, tanto interfieren en nuestras orquestas y conservatorios, sin embargo, no creo que la renuncia a don Daniel y a sus músicos nos vaya a devolver a los profesores, ya sean estos de aula o de atril, ni un solo euro de los muchos de los que ya hemos sido privados.
Algunos de estos pensamientos rondaban por mi cabeza ayer al inicio del concierto cuando nada más comenzar a sonar los primeros compases de la obertura de las Vísperas Sicilianas de Verdi todos ellos fueron sustituidos por la grata sorpresa de comprobar que me encontraba ante una fabulosa agrupación y, sobre todo, por la certeza de que me hallaba, una vez más, ante una de las más grandes batutas de nuestro tiempo.
Desde el ensoñador lirismo de los preludios de La Traviata hasta el vibrante dramatismo de la obertura de La Forza del Destino todo fue explicado de forma magnífica con un perfecto equilibrio entre el gran virtuosismo y la más exquisita musicalidad que los pentagramas escritos por Verdi requieren. Para el recuerdo quedan las líricas frases de los violoncellos y el electrizante, y rossiniano, crescendo en la obertura de las Vísperas o el emocionante pero contenido coral  entonado por todos los metales en la obertura de la Forza. ¡Qué breve y a qué poco me supo todo, la verdad!
La endiablada obra, en todos los sentidos, escrita por Héctor Berlioz en 1830(!) sin ser obra santo de mi devoción permitió al director argentino-israelí-etc, etc, tal despliegue de recursos, de detalles y de matices dichos con tanta maestría y tan asombrosos todos ellos que no tuve más remedio que claudicar ante el enorme espectáculo sonoro al que estaba asistiendo (¡Qué maravilla de vals!). Una vez más el virtuosismo y la música se daban la mano a un altísimo nivel permitiendo el lucimiento de todas y cada una de las secciones de la orquesta.
Como propina músicos y director nos fueron regalando, una a una, y ante un público entregado la casi totalidad de los números que integran la primera suite de Carmen de Bizet donde la belleza del maravilloso intermedio nos dejó a más de uno con el corazón encogido.
En resumen, un brillante broche para una gran noche de música a lo grande.

viernes, 15 de junio de 2012

(135) SEVILLA, LA UNESCO Y LA TORRE PELLI


¿Dónde estaba la UNESCO cuando en la década de los sesenta Sevilla veía impotente como gran parte de su patrimonio urbano era destrozado bajo la piqueta de la más salvaje especulación?
¿De qué nos ha servido que varias décadas después declarara a los monumentos más emblemáticos de nuestra ciudad "patrimonio de la humanidad"?
¿De verdad necesitaban edificios como el Alcazar o el Archivo de Indias, que fueron capaces ellos solitos de sobrevivir a esta destrucción, que décadas después viniera la  Superprotectora Organización a reconocer su valía?


Con el escándalo aún reciente tras la finalización de las obras en una de las zonas más devastadas durante aquellos "felices sesenta", la plaza de la Encarnación y sus famosas setas, la construcción de una nueva obra "moderna" vuelve a hacer tambalear los tradicionales cimientos de nuestra querida "Ollita Pía".
Y todo por culpa de una torre de cuarenta plantas.
Confieso que la idea de un rascacielos en nuestra ciudad nunca llamó en exceso mi atención pero cuando en estas últimas semanas, mientras la torre sigue creciendo con lento pero seguro ritmo, observo el revuelo tan tendencioso y rancio que está generando no puedo evitar el desear que La Pelli llegue a su planta 40 lo antes posible y con todo éxito.
Como muestra de todo esto os traigo la imagen publicada en uno de los diarios más importantes de nuestra ciudad que bajo el apocalíptico titular "Sevilla se juega su imagen en San Petersburgo por la Torre Pelli" nos muestra la polémica torre prácticamente plantada en todo el cogollo del centro "histérico" de la ciudad y, en una más que falsa perspectiva, a escasos metros de la Giralda.
Por cierto, y ya que hablamos de la Giralda ¿qué hubiera dicho la UNESCO del siglo XVI ante la extravagante idea de rematar un alminar almohade con un campanario renacentista? ¿Y con la más radical solución de destruir toda una mezquita para edificar la protegida catedral de hoy en día?
Yo les aconsejaría a los señores de la UNESCO que dejaran que la Sevilla del siglo XXI siguiera su camino y que, si no les supone mucho esfuerzo, se dieran una vuelta por la calle Sierpes y entraran en lo que un día fue el cine Llorens, ahora convertido en siniestra sala de juegos; o en el antiguo Palacio Central ahora sede de una famosa tienda de ropa; o por el antiguo teatro Imperial que, al menos, ahora de cobijo a una librería; o por...
En fin, que eso sí es para llorar.

miércoles, 6 de junio de 2012

(134) Teatro Maestranza, Sevilla: MADAMA BUTTERFLY


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La verdad es que la noche no podía finalizar de otra forma. No habían transcurrido ni veinte minutos desde que la pobre Cio-Cio San había dejado de padecer y ya estábamos todos entre cervezas y tapas comentando atropelladamente las diferentes incidencias vividas en la representación recién estrenada. El entusiasmo se transmitía de unos a otros entre apretones de manos, besos y abrazos. Ya fueran músicos de la orquesta, miembros del coro o, como un servidor, simples espectadores todos parecíamos estar poseídos aún por el hechizo de la magistral partitura pucciniana. Y es que hacía tiempo que Boccanegra no asistía a una representación tan rebosante de magia, calidad y emoción como la que hemos vivido hace apenas una pocas horas en el coliseo sevillano. Ya iba siendo hora, ¿no? 
Aunque para ser sinceros los primeros momentos del espectáculo nada bueno hacían presagiar. Así que durante el primer acto por mi propio bien, y principalmente para poder escapar del "metalenguaje" con el que el señor Mario Gas pretendía torturarme, decidí zabullirme en el foso y dejarme arrastrar por todas las maravillas que desde él brotaban (el foso, sí, ese averno escondido en el subsuelo y que, por ahora, permanece inaccesible a las garras de los directores de escena). 
Puede que Butterfly no sea la mejor ópera de Puccini pero con su música aún latente en mis oídos bien podría asegurar que nos encontramos ante su mejor partitura. La orquesta sinfónica de Sevilla dio buena cuenta de ello y llevada por la batuta de un exultante Pedro Halffter exprimió hasta la última gota de todo ese inmenso caudal de colores y sensualidad que rezuma la obra de Puccini. Como ejemplo no puedo evitar el citar todo el inicio del inmenso dúo del primer acto, quizá el dúo de amor más sublime de toda la ópera italiana, y en el que las maderas protagonizaron uno de los momentos más hermosos de la noche.
Llegados a este punto hay que agradecerle a Pedro la valentía, ante aquellos que critican un peso excesivo de la orquesta en un sobredimensionado foso, de ofrecernos una orquesta sinfónica con la plantilla que la música de Puccini exige y no con la que puede resultar más o menos conveniente al pobre volumen sonoro de algunos cantantes.
Foto: Julio Rodríguez

Sin embargo, y aunque Boccanegra pueda dar la sensación de que se deja seducir más por el lado "germano" o sinfónico de Puccini que por el italiano, hay que reconocer que la gran triunfadora de la noche fue, sin lugar a dudas, la soprano Svetla Vassileva. Dotada de gran musicalidad, aunque no de un instrumento especialmente privilegiado, la soprano búlgara no solo es capaz de superar estas limitaciones sino que, gracias a sus más que sobresalientes dotes como actriz, consigue hacer de Butterfly una de las recreaciones más impactantes y sobrecogedoras que hayamos podido presenciar en este teatro. Lástima que Héctor sandoval, aunque muy voluntarioso y a su vez convincente en lo teatral, no estuviese al mismo nivel en su faceta vocal dejándonos una imagen de Pinkerton, papel ingrato donde los haya, un tanto impersonal.
Mucho más éxito, no sin motivo, cosechó un estupendo Ángel Ódena como el sensato Sharpless que nos ofreció junto a la protagonista, en la conmovedora escena de la carta, otro de los grandes momentos de la velada.
¿Qué se podía esperar de la actuación del coro tras su magnífica participación en el Requiem alemán de Brahms? Pues ya se lo pueden imaginar, sencillamente todo un lujo en sus dos breves pero bellísimas intervenciones.
Del señor Gas y de sus metalenguajes nada voy a añadir, por una vez, que bastante cansado me tienen ya. Además, ¿para qué? Si ya el solito se cuestiona, se justifica y se define:

"Todos los géneros tienen un código y si los traspasas la historia se desvanece. Hay que tener en cuenta cuáles son sus elementos fundamentales para no caer en la patochada"

Ah, y que conste que lo de "patochada" lo dice él. Yo nunca utilizaría ese término para, por ejemplo, calificar el zafio, gratuito y trasnochado ataque antiamericano con el que "ingeniosamente" finaliza la obra.

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De regreso a casa y para bajar el telón definitivamente de una noche tan mágica solo una aparición era posible y así, en la calidez ya plenamente veraniega de la madrugada, se nos apareció con el rostro aún iluminado por el triunfo la diva.
Acompañada por su hija, la de verdad, y por su fiel cónsul, el de mentira.
Broche perfecto para una gran noche de ópera.




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