miércoles, 20 de mayo de 2009

(93) TEATRO MAESTRANZA: "TRISTÁN E ISOLDA"

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AYER TOQUÉ “TRISTÁN”


“Impresiones de un Violín II tras el Ensayo General de la ópera de Richard Wagner”

Tras dos duras semanas de ensayos ayer, por fin, tocamos todo la ópera de Wagner, con sus tres monumentales actos, de principio a fin. Muchas son las sensaciones acumuladas durante estos días.
¡Podría hablar de tantas cosas!
En primer lugar, como no podía ser de otra forma, podría hablar durante horas de esta maravillosa partitura y de la innumerable cantidad de momentos verdaderamente sublimes que encierra. Pero no quisiera alargarme demasiado.
Podría contaros, pero eso tendríais que verlo, la cara que se nos queda tras tocar el paroxístico preludio del primer acto -¿puede haber algo más intenso?- y de lo difícil que me resulta dar todas las síncopas, confieso que se me va un poco la cabeza, en el momento que siempre he considerado más hermoso de toda la obra: la advertencia, “Einsam wachend in der Nacht”, con la que Brangäne advierte a los amantes de la llegada del día y que suena mientras leéis ésto que escribo ¿Cómo es posible componer algo tan bello? Una auténtica "Noche transfigurada" escrita con casi cincuenta años de antelación.

Primera página del "Tristán": toda la pasión hecha música

Y también podría contaros de cómo en una sola nota, el “sol” al aire con el que empezamos el preludio del tercer acto, puede caber tanta expresividad, tanta profundidad y tanta desolación. Y de los tresillos que mecen a
Isolda en su mística muerte por amor. Y del prodigioso hechizo que se produce en este final y que nos hace olvidar las más de cuatro horas de representación que para entonces llevamos sobre nuestras espaldas. Pero todo ésto, quizá, no resulte tan importante.
De lo que también podría hablaros es del día -¡hace ya tanto tiempo!- en el que, gracias a
Karlos Kleiber, sucumbí definitivamente a los encantos de esta música mientras imaginaba lo que sería poder ver un “Tristán” en mi ciudad. Tocarlo, sobra decirlo, ni siquiera entraba dentro de lo imaginable.

Nuestros vecinos del sexto atril: Leo y Robe

Podría hablaros del reparto: ¿ha habido alguna otra vez uno de tanta calidad como el que se reune en esta producción? Pienso que pocas veces el teatro Maestranza ha logrado reunir en un mismo elenco voces tan estupendas como las de Herlitzius y Vermillion. Pero para hablar de la producción ya vendrán los críticos en breve a cumplir con su misión que, en esta ocasión y por motivos evidentes, Boccanegra, que tanto gustillo le estaba tomando a esto de la crónica operística, es parte interesada y tendrá que dejar sus devaneos con la crítica para otra mejor ocasión.

Vista del teatro desde el otro lado del espejo

Aunque creo que de quien sí podría hablaros es del público (de algún sector, supongo) y de sus ansias por aplaudir al final del último acto: ¿A qué vienen tantas prisas? Y es que si hay finales que no invitan ni al más tímido aplauso (la novena o la “Canción de la tierra” de
Mahler o el “Parsifalwagneriano, se encuentran entre los más conocidos) es sin duda la muerte de Isolda donde el silencio se convierte en el mejor tributo posible que se puede ofrecer a este milagro musical que es el “Tristán e Isolda” de Wagner. Qué lejos quedan los casi treinta segundos de espera casi religiosa que algunos públicos, especialmente dentro del ámbito alemán, conceden a este final. Bueno, todo llegará.
También podría hablaros de las magníficas veladas, días de “vino y quesos”, pasados junto a Rafa,
Eric, Eva e Isabelle, una vez acabados los ensayos...que no todo va a ser trabajar. Por cierto, ¿habéis probado el queso "Stilton"?

Susana y Eva

Y, por último, también podría hablar de Susana y de cómo tan sólo con ella era posible que tocara esta obra. Y de cómo el recuerdo de aquel amigo, que no debió dejarnos tan pronto, nunca ha estado tan vivo en nuestros corazones como durante estos días. Espero, querida amiga, que la inspectora no se de cuenta de que los que tocamos en el quinto atril, en realidad, somo tres.
En fin, podría estar horas y horas hablando de estos intensos y maravillosos días.
Pero eso será en otra ocasión. Por ahora creo que será suficiente deciros que ayer ocurrió algo muy especial. Algo que no sucede todos los días:
ayer toqué “
Tristán”.

3 comentarios:

Marifé dijo...

Sabia que el flash que vi desde el paraíso, eras tú.
Yo tambien disfruté muchísimo.
Que bonito homenaje al amigo que no está.

Condesa Pituccini dijo...

Querido amigo, ese, como todos desde el primer ensayo, y todos los que nos quedan por delante fue un gran día.
Y qué curioso que en esta como en otras grandes ocasiones, estamos juntos.
¿Con quién mejor que contigo podría tocar esta maravillosa música? ¿ A quién sino iba a mirar de soslayo,para descubrir en sus ojos ese atisbo de emoción que no podría sostener una mirada directa?
¿Quién como tú iba a entender lo que significa esta música para nosotros? ¿Con quién podría sonreir, llorar , dejarme llevar disfrutando como una niña cuando tocamos ese preludio?
Efectivamente...sólo contigo.
Y sí, estos días él está más patente que nunca entre nosotros.
Y ,como a modo de bendición , hace que nos sintamos más afortunados y privilegiados que nunca.
Gracias por todo ello.

Y al que esto pueda parecer una declaración de amor...
Pues sí, es eso efectivamente, una profunda declaración de amor, amistad y alegría de tenerte cerca de mi.
Jo, he dicho.

ignacio suescun dijo...

No puedo más!!!! (qué moquera!!!)

Gracias, gracias, gracias!

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