Henri Fantin-Latour (1836-1904)
Autorretrato, 1861
Reconozco que nunca he mostrado ni demasiada simpatía ni un especial rechazo por el personaje que tan hábilmente ha sabido vendernos a través de los medios, y durante estos últimos años, el señor Boris Izaguirre. Y, aunque tampoco soy persona que disfrute con los histrionismos exibicionistas ni con las astracanadas televisivas, he de asumir que en más de una ocasión, llevado por la indolencia nocturna, he sido testigo de más uno de sus particulares shows.
Un rincón de mesa (1872)
En esta ocasión, y consultando la edición del día 5 de octubre de El PAÍS.com, me vuelvo a encontrar con nuestro polifacético amigo ahora demostrando sus nuevas habilidades como comentarista de arte.
Llevado por una lógica curiosidad y, más que nada, por el gran interés que ha levantado la exposición que durante estos días presenta el museo Thyssen sobre Fantin-Latour me dispongo a ver el vídeo que con tal motivo nos presenta el diario digital.
El omnipresente gurú televisivo entre los lienzos de un museo: ¿qué puede salir de todo ésto?
Al instante mis dudas quedaron disipadas.
Llevado por una lógica curiosidad y, más que nada, por el gran interés que ha levantado la exposición que durante estos días presenta el museo Thyssen sobre Fantin-Latour me dispongo a ver el vídeo que con tal motivo nos presenta el diario digital.
El omnipresente gurú televisivo entre los lienzos de un museo: ¿qué puede salir de todo ésto?
Al instante mis dudas quedaron disipadas.
Y es que el resultado no puede ser más bochornoso.
¿Cómo es posible que, en los escasos cinco minutos que dura el reportaje, se puedan acumular tal cantidad de despropósitos?
Y es que las "ingeniosas" perlas con las que el conocido showman nos ilustra algunos de las obras expuestas, todas ellas a medio camino entre la banalidad más absoluta y la frivolidad más zafia, no tienen desperdicio.
De entre todas ellas tan sólo destacaré la que me parece más lamentable pero, al mismo tiempo, más ilustrativa y que explica a la perfección lo singular de los tiempos que vivimos y la categoría que alcanzan algunos de los que hoy en día son considerados como "referentes" de la cultura en nuestro país.
Y es que las "ingeniosas" perlas con las que el conocido showman nos ilustra algunos de las obras expuestas, todas ellas a medio camino entre la banalidad más absoluta y la frivolidad más zafia, no tienen desperdicio.
De entre todas ellas tan sólo destacaré la que me parece más lamentable pero, al mismo tiempo, más ilustrativa y que explica a la perfección lo singular de los tiempos que vivimos y la categoría que alcanzan algunos de los que hoy en día son considerados como "referentes" de la cultura en nuestro país.
Mrs. y Mr. Edwards (1875)
Ante el retrato de los esposos Edwards Izaguirre no duda en referirse a ellos como "pareja muy vinculada al arte, pero que, como pareja, debería aburrirse mucho". No contento con semejante afirmación, y ante un nuevo retrato del mismo matrimonio donde aparecen interpretando una pieza musical, nuestro ilustre comentarista, que debía conocer muy íntimamente a ambos cónyuges, profundiza en la esencia del cuadro con gran sutileza agregando:
- "Evidentemente en este cuadro podemos observar que hay mucho más Schumann que sexo".
No creyendo que sus comentarios hayan logrado desentrañar la auténtica clave que nos permita descifrar el verdadero tema que Fantin-Latour nos propone en su pintura nuestro amigo prosigue en su escalada de despropósitos:
- "Pero, también nos hace pensar que la vida sin el cine, sin la radio y sin la televisión debía ser tremendamente aburrida".
Para terminar sus profundas observaciones con esta contundente conclusión:
- "Lo grande de este cuadro es que nos tranquiliza pensar que todo ha cambiado, y mucho...y para bien".
De las alusiones a un posible "menage a trois" con su cuñada y a lo fea que pintaba a su mujer mejor no hablar.
- "Evidentemente en este cuadro podemos observar que hay mucho más Schumann que sexo".
No creyendo que sus comentarios hayan logrado desentrañar la auténtica clave que nos permita descifrar el verdadero tema que Fantin-Latour nos propone en su pintura nuestro amigo prosigue en su escalada de despropósitos:
- "Pero, también nos hace pensar que la vida sin el cine, sin la radio y sin la televisión debía ser tremendamente aburrida".
Para terminar sus profundas observaciones con esta contundente conclusión:
- "Lo grande de este cuadro es que nos tranquiliza pensar que todo ha cambiado, y mucho...y para bien".
De las alusiones a un posible "menage a trois" con su cuñada y a lo fea que pintaba a su mujer mejor no hablar.
Todos estos comentarios no dejarían de ser una anécdota más dentro de cualquiera de los espacios televisivos nocturnos a los que nos tiene acostumbrado el señor Izaguirre pero, en un periódico de la categoría de El País, ¿cómo se permiten incluir semejante zafiedad entre sus contenidos?
Y el señor Vincent Pomeréde, comisario de la exposición, ¿qué pensará de todo ésto?
Y el señor Vincent Pomeréde, comisario de la exposición, ¿qué pensará de todo ésto?
Si con semejantes aportaciones los responsables de la muestra piensan fomentar la asistencia a la exposición de la Thyssen o a cualquier otra ... ¡en verdad que vamos por buen camino!
Yo, por mi parte, para ver el careto de muermo del matrimonio Edwards mejor me quedo en casa viendo Tele5 ... que esta noche ponen "La Noria".
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2 comentarios:
Hola Javier. De casualidad, buscando información sobre Fantin Latour (uno de mis pintores favoritos) me he encontrado con tu blog.Bueno, antes que nada me doy a conocer. Soy Antonio López, ex "camerato" de Sevilla, jeje.
No estoy yo muy puesto en esto de los blogs y demás, pero he pasado un buen rato
paseando por el tuyo. Me ha gustado muchísimo. Bueno, en especial lo que escribes de cuando tocaste el Tristán con Susana ( y el tercer violín del atril, of course). Te envío un fuerte abrazo y te animo a seguir con el blog porque escribes de maravilla.
Ah, estoy de acuerdo en que Boris Izaguirre tiene su punto a veces, pero para mí, va un poco de "arbiter elegantorum" y esto le queda un poquito grande.
Un saludo afectuoso.
A mí lo que más me sorprendió fue el análisis del azucarero.
Un pedazo de cuadro, con tanto que comentar, y lo único que le falta es intentar levantar la vajilla de la mesa para ver si procede de Murano.
Jopé, que tío más cateto el Boris.
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