domingo, 26 de junio de 2011

(129) TEATRO MAESTRANZA, SEVILLA: VERDI - DON CARLO. La crítica



UN DON CARLO SIN DON CARLO



LA ESCENA

Pocos monarcas en la historia de Europa pueden competir en mecenazgo con la ingente labor llevada a cabo por Felipe II. Para comprobarlo bastaría, tan solo, con echar un vistazo a algunos de los fondos más significativos del museo del Prado o darse una vuelta por el monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Buena nota de ello toma Carlos Centolavigna para la recreación de este Don Carlo que ayer vimos en el Maestranza. Desde el imponente telón donde se puede ver un fragmento de la sala de batallas hasta la no menos imponente réplica del Cristo de Cellini o al famoso cenotafio creado por los Leoni -obras, todas ellas, que podemos encontrar entre los muros del monasterio- todo la escenografía va encaminada, apoyada en algunos de los iconos más representativos del reinado del monarca español, a resaltar los aspectos más simbólicos de la obra de Verdi. No sé si lo consigue del todo pero como amante de este periodo de la historia y del arte de España se agradecen estos detalles escenográficos.
Pero si en la escena decorados e iluminación actúan de forma coherente en bastante buena sintonía con lo que la obra de Verdi requiere en la dirección de actores la cosa pintó de manera bastante menos satisfactoria. Y es que no hay peor dirección de escena que aquella que evidencia hasta qué punto un cantante puede llegar a ser un pésimo actor.
El señor Del Monaco debería saber, a estas alturas, que las carreras, las gesticulaciones, los tambaleos no implican necesariamente otorgar más carácter a los personajes o una mayor tensión dramática a la escena. También debería saber que el situar a los cantantes en extremos opuestos del escenario, hacerlos cantar acostados en una cama o, durante toda un aria, tras una mesa no aportan mucho a la hora de conseguir la adecuada tensión necesaria en cada momento. Y, lo que es peor aún, el delito que supone dejar escapar los momentos de auténtica violencia que Verdi pide -duo de Isabel y Carlos, escena de celos entre Felipe e Isabel- sin que los cantantes-actores lleguen, ni siquiera, a rozarse.
De entre todas las contradictorias intervenciones, totalmente fuera de lugar, del director italiano me quedo con la absurda aparición de la Éboli al inicio del tercer acto. ¿Qué aporta esta pantomima? Pues nada, secillamente sirve para sabotear uno de los momentos más conmovedores salidos de la mano de Verdi y para indicarnos que la terrible soledad y opresión en la que se encuentra el monarca le traen bastante sin cuidado.
Otra de las grandes contradicciones la encontramos en la caracterización del Gran Inquisidor como penitente. ¿Qué hubiera pensado Verdi de esta tergiversación? Sabida es la opinión del músico de Busetto para con la Iglesia y disfrazar a uno de los más fieros representantes del lado más oscuro de la jerarquía de tal guisa solo consigue que el terror que inspira el personaje y lo que éste representa pierdan toda su fuerza.



LAS VOCES

Si exceptuamos algunas grabaciones discográficas lo cierto es que encontrar un reparto que esté al nivel que esta obra maestra requiere se nos presenta como una tarea prácticamente imposible. En la representación escuchada ayer quedó bien claro, una vez más, que el estar en posesión de una gran voz no implica necesariamente ser un gran cantante así como lo frustrante que resulta el poseer un gran talento musical y que tu instrumento no esté a la altura del mismo.
En el primer grupo podríamos incluir dos de las mejores voces escuchadas ayer: la del bajo ruso Ievgen Orlov, en el papel de Felipe II, y la del barítono Ángel Ódena, como el marqués de Posa. Estupendas voces que, aunque supieron defender con convicción los momentos más dramáticos de la ópera -por ejemplo, en la escena entre Felipe y Rodrigo al final del primer acto-, no fueron capaces de estar a la misma altura en sus respectivos fragmentos de lucimiento lírico llegando a resultar éstos en más de una ocasión realmente aburridos. Especialmente decepcionante me pareció el momento más esperado de la velada, el famoso “ella giammai m’amò”, que el cantante ruso dejó escapar sin pena ni gloria. Y ya que hablamos de esta escena: si llego a pillar al pedante cretino que grito “bravo” antes de que el cello finalizara el aria lo corro a gorrazos de aquí a El Escorial, palabra de Boccanegra.
En el segundo grupo encontramos a Fiorenza Cedolins. La soprano italiana dio sobradas muestras de musicalidad a lo largo de toda la representación defendiendo su gran escena, “tu che le vanitá”, con gran dignidad. Lástima que tan hermoso fraseo no fuera acompañado de una voz con algo más de cuerpo y volumen.
Y para terminar, tanto en un grupo como en el otro, las dos grandes excepciones de la noche: el tenor Kamen Chanev y la mezzo Dolora Zajick. De la última simplemente podríamos resumir diciendo que es todo un monstruo escénico con una presencia que, por fortuna, hace olvidar las simplezas ideadas por Del Monaco y con una voz realmente prodigiosa tanto en intensidad como en lirismo como quedó bien patente en su estupendo “o don fatale”.
Según Del Monaco el gran protagonista de la ópera de Verdi es Felipe II. Nada más lejos de la realidad. Que Felipe II sea el personaje más rico, más contradictorio y mejor dibujado por los libretistas no implica necesariamente que musicalmente sea el más importante. A mi entender creo que Verdi, a pesar de no escribir para su lucimiento más que una pequeña aria, depositó en el papel del infante Don Carlos todo el peso musical de la obra. Y es aquí donde hace su aparición o, mejor dicho, donde no acaba de aparecer el Don Carlo del tenor Kamen Chanev; un cantante que, entre la falta de fuerza y de personalidad de su canto y la esperpéntica y sobreactuada interpretación a la que Del Monaco le somete durante las tres horas de representación, demuestra a la perfección lo tocado que puede llegar a quedar un Don Carlo sin un protagonista que esté a su altura.
Puede que fuera ésta la causa del terrible olvido que tuvo Dolora Zajick cuando en el momento de los saludos finales la Éboli, pérfida hasta el final, invitó a sus compañeros, uniendo sus manos, a acercarse a la boca del escenario sin esperar a que Kamen Chanev, que aún no había hecho acto de presencia, recibiera sus correspondientes aplausos. Realmente humillante.




LA ORQUESTA Y EL CORO

Sin duda alguna lo mejor de toda la noche. Algunos podrán objetar que en algunos momentos la orquesta pudiera sonar con demasiada potencia impidiendo que algunas voces llegaran con claridad. En un asunto tan importante como el de las dinámicas sería importante echar un vistazo a la partitura y observar las indicaciones que a tal respecto pide Verdi. También habría que recordar el importante paso que en esta obra da Verdi con respecto al dispositivo orquestal y al volumen sonoro que con éste pretende lograr y al papel que la orquesta, sin llegar al extremo wagneriano, representa en el drama.
Creo que todo esto lo tiene bien presente Pedro Halffter en su visión que de la ópera de Verdi tiene al frente de una magnífica sinfónica sevillana. No sé si la orquesta sonó verdiana o si Halffter está más o menos familiarizado con el lenguaje verdiano pero lo que sí es seguro es que la mayor parte de los grandes momentos de la noche tuvieron a la formación sevillana como protagonista. Como ejemplo solo citaré el inicio del cuarto acto donde tanto los metales como la cuerda -¡magníficos violines!- consiguieron recrear de forma insuperable la sobrecogedora atmósfera ideada por Verdi.
Y no me gustaría finalizar esta crónica sin felicitar al coro y, especialmente, a la estupenda labor que Iñigo Sampil está llevando a cabo desde que tomó las riendas de la dirección. Aunque el interno de la sección masculina me dejó un tanto preocupado al inicio de la representación, creo que un cambio en la ubicación mejoraría el resultado, la posterior actuación de la sección femenina en la escena del jardín con Éboli y de todo el conjunto al completo en la destacable escena del Auto de fe me confirmaron el gran momento que está atravesando la agrupación. Y es que pocas veces se ha podido escuchar al coro tan afinado y empastado como en esta complicada escena de la que destacaría el emocionante “schiusa or sia la porta del tempio”.
Bravi, ragazzi!

*
Las fotos, una vez más, me las "presta" Julio Rodríguez de su blog A través del cristal.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estuve en la función de ayer, día 3de julio. Coincido, en general con esta crítica, que me parece más que razonable. No obstante, en relación con las voces, no creo que la mezzo merezca especial alabanza. Más bien al contrario. Posee una voz poderosa pero carece de la técnica precisa para controlarla. Ayer tuvo serias dificultades -imperceptibles para quien sólo se detenga en admirar el vozarrón-. Probablemnte por defectos en la respiración, perdía intensidad en los agudos, que resultaron forzados y desagradables en algunos casos. Su nacionalidad no le exime, por otra parte, del deber de vocalizar mínimamente.
Creo, en cambio, que lo mejor vocalmente fueron los dos bajos. A mí el "ella giammai m'amò" me pareció lleno de elegancia.Cantado justo como hay que cantarlo, con los matices y contrastes de un hombre viejo y atormentado, pasando al pianissimo en el momento justo. Esta interpretación puso -en lo vocal- en evidencia el tosco ejercicio del resto del plantel. El gran inquisidor dio en el dúo siguiente la perfecta réplica, con la voz profunda e inquietante que exige el personaje. COincido, no obstante, en que algo falló cuando el momento que transmtió más intensidad dramática fue el dúo del primer acto entre Felipe y Rodrigo, que no es precisamente lo más relevante musicalmente.
Posa estuvo a la altura de uno de los personajes más hermosos a los que Verdi ha dado música, lleno de nobleza. Sin embargo, el problema es que se require un barítono de menos fuerza. con más dulzura y técnica. Sobre todo para cantar el "Per me giunto", una joya. De hecho, creo que lo cantó un tono más bajo. No todos pueden ser Fischer-Dieskau evidentemente y lo cierto es que la interpretacón de Ódena fue meritoria.
Coincido en todo lo demás, sobre todo en la maravillosa orquesta.

FanaticoUm dijo...

Caro XS,

Encontrei o seu interessante blog e estou a segui-lo. Como temos interesses em comum, convido-o a seguir também o nosso blog “Fanaticos da Opera / Opera Fanatics”:
http://www.fanaticosdaopera.blogspot.com/
Saudações de Portugal

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