sábado, 28 de noviembre de 2009

(108) ...Y LA SEVILLANÍA SE HIZO DUQUESA

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Cuando aún no han comenzado a brillar en el noche sevillana las miles de bombillas que nos anuncian la llegada de las entrañables fiestas navideñas la bella capital del Guadalquivir, intuyendo la proximidad de esas otras fiestas que pregoneras de la primavera se celebran en el sur de nuestra amada patria como en ninguna otra parte se saben celebrar, nos presenta el cartel anunciador de su Semana Santa y su Feria de abril.
La celebración de tan esperado acontecimiento reune en el salón Colón del ayuntamiento hispalense a gran número de personalidades de todos los estamentos de la ciudad así como a una nutrida representación de todos los medios de comunicación.

En esta ocasión el consistorio ha seleccionado entre varias candidatas la obra de la insigne artista sevillana Reyes de la Lastra la cual, habiendo logrado permanecer ajena a los cantos de sirena de las vanguardias que amenazan la verdadera esencia de la creación artística, nos ofrece esta auténtica joya del arte contemporáneo digna heredera de aquellas otras obras de los pintores barrocos que tanto hicieron por convertir a Sevilla en capital universal del arte.
Para la ocasión la artista ha tenido el acierto y, por qué no decirlo, la deferencia de contar con una de las mujeres más admiradas y queridas por el siempre agradecido pueblo sevillano. Nos referimos, como muchos de ustedes ya habrán adivinado, a la duquesa Cayetana de Alba.

En el cartel, que destila sevillanía por sus cuatro costados, encontramos a una bellísima Cayetana ataviada con la tradicional mantilla española, blanca y taurina en esta ocasión, acompañada de esa otra gran dama sevillana, y que, por desgracia, ya nos abandonara hace años, y que no es otra que la grandiosa Juana Reina con mantilla negra y en actitud de ofrecer una saeta a la Virgen Macarena. Dos Eugenias completan la tierna escena: la hija de la duquesa, con la túnica de "Los gitanos", y la sobrina nieta de la tonadillera, en traje de amazona. La clase y el señorío de Sevilla resumido en estas cuatro mujeres. El ayer, en la figura de Juana, el hoy, en la de una eternamente joven duquesa de Alba, encarnación de las mayores virtudes de la mujer andaluza, y el mañana, en las dos preciosas niñas, símbolo de las nuevas generaciones de nuestra amada nación andaluza.

El acto estuvo presidido por el ilustrísimo señor alcalde, don Alfredo Sánchez Montesierín, al que podemos ver en la imagen, junto a una emocionada Cayetana de Alba, en los momentos posteriores al descubrimiento de la obra y mientras la banda de cornetas y tambores de la hermandad de "Las Cigarreras" interpretaba algunos fragmentos de la opereta de Offenbach "La gran duquesa de Gerolstein".

Tras las felicitaciones y muestras de cariño a ambas protagonistas, duquesa y pintora, todos los presentes pudieron compartir impresiones ante una buena copa de manzanilla y mientras se anunciaba al respetable la presentación, en el salón contiguo, de una nueva obra en homenaje a la duquesa.
Y es que, ante tanta gratitud y tanto cariño como Sevilla entera siente hacia esta auténtica "mujer del pueblo" que tantos servicios ha prestado a toda la comunidad, nuestra ciudad no podía conformarse con la dedicatoria de un sencillo cartel de fiestas primaverales. Una nueva muestra de afecto se hacía necesaria.
La iniciativa y la financiación del feliz proyecto ha partido, en esta ocasión, de algunas de las entidades que vertebran la auténtica idiosincrasia sevillana y que tanto significan para nuestra ciudad: Maestranza de Caballería, Cámara de Comercio y Cruzcampo.
Especialmente aplaudido fue el momento en el que el alcalde descubrió el boceto, obra del también sevillano Sebastián Santos Calero, en el que, una vez más, se nos aparece la gentil figura de la duquesa tal y como el propio artista la imagina: "La he querido representar vestida de una manera muy sevillana, que es como ella quería, con un gran mantón de manila, un clavel entre las manos... También tendrá una gran flor en la cabeza".
A la emoción del momento también quiso sumarse la tuna de la facultad de Bellas Artes, aunque, por más empeño que ponían en la tarea, las voces de los gallardos jóvenes a duras penas podían competir con los incesantes vítores y las atronadoras aclamaciones que la concurrencia dedicaba a una conmovida Cayetana:
"¡Viva la duquesa!", "¡Guapa!", "¡Guapa!".

Una vez concluido el acto los asistentes, con el pleno del consistorio al frente, se dirigieron a la basílica de la Esperanza Macarena donde, ante la imagen de Nuestra Señora, se ofició una solemne misa en agradecimiento por tan feliz acontecimiento. Terminada la misma se procedió a depositar una sencilla ofrenda floral ante la tumba del general Queipo de ...

Biiiiiiiippppppp! Biiiiiiiippppppp! Biiiiiiiippppppp!

"¡Pero, qué tarde es. Ya me volví a quedar dormido!".
Tenía todo el cuerpo empapado en sudor y el recuerdo de la terrible pesadilla, que tan oportunamente el despertador había interrumpido, aún me rondaba por la cabeza.
"¡Qué sueño más extraño!".
Instintivamente salté de la cama y, como llevado por un fatal presentimiento, dirigí mis pasos atropelladamente hacia el salón buscando la pared donde sabía que colgaba un calendario.
"Ufff, menos mal, noviembre de 2009. No sé, por un momento pensé...¡Qué va, menuda tontería! Esas cosas ya no pasan. Ahora estamos en el siglo XXI. ¿No?"


sábado, 21 de noviembre de 2009

(107) DOSTOIEVSKI: EL IDIOTA. ДОСТОЕВСКИЙ: ИДИОТ

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Hay ocasiones en las que al irnos aproximando al final de una novela una extraña sensación, mezcla de ansiedad y de tristeza, comienza a apoderarse de nosotros. Y es que por más que las penalidades o alegrías de los protagonistas de la historia sean, en parte, responsables de estos sentimientos es la certeza de que todos ellos saldrán, nada más pasar la última página, para siempre de nuestras vidas lo que, sin duda, más pesadumbre nos provoca. Sobra decir que no todas las novelas nos causan siempre tal desazón (hay algunas a las que, gustosamente, daríamos carpetazo antes de la página treinta) y que también es cierto, como sucede con los primeros amores, que tal fenómeno resulta mucho más frecuente entre la literatura leída en los años de nuestra más tierna juventud que entre los libros leídos en cualquier otra época de nuestra vida.


Ante tan dolorosa separación las opciones que se le presentan al lector pueden ser varias, aunque bien podríamos destacar dos. La primera, y más tradicional, nos llevaría a la librería más cercana a la búsqueda de una nueva novela pero, por supuesto, escrita por el mismo autor. Para la segunda no hace falta salir de casa, tan solo es necesario terminar nuestra novela, pasar la última página, cerrar el libro y, tras una pausa más o menos larga, volver a abrirlo por la primera página.

Vasili Perov: Dostoievski (1872)

Tengo que reconocer que tan sólo en tres ocasiones, y las tres entre los dieciséis y los dieciocho años, me sucedió algo parecido. Los recuerdo muy bien: "Quo Vadis" de Sienkiewicz, "Los miserables" de Victor Hugo y "El idiota" de Dostoievski. Pero, si bien es verdad que estos tres libros dejaron en mí una huella y un recuerdo imborrables, es sin duda la gran novela de Dostoievski la obra que más marcó mis primeros años de juventud.

Ahora que tantos años han pasado desde entonces descubro en YouTube, con una combinación de curiosidad y de escepticismo, todo hay que decirlo, la adaptación que en el 2003 produjera el canal de TV "Rusia" de la novela del escritor ruso. Y es que tras la decepcionante experiencia de grandes clásicos del siglo XIX llevados a la pequeña pantalla por algunas televisiones europeas, a excepción de las más que correctas producciones de la BBC, he de confesar que poco esperaba de la mencionada producción rusa.

Sin embargo, lo cierto es que al poco de comenzar a visionarla inmediatamente quedé atrapado por la imagen y la interpretación que del protagonista, el memorable "Príncipe Mishkin", hace el actor Yevgeni Mironov. Y es que las más de ocho horas que duran los diez capítulos en los que la serie se estructura permiten al actor desgranar con todo lujo de detalles, y sin los salvajes recortes que tan a menudo la concisión de tiempo obliga, los momentos más sobrecogedores de la novela. Allí estaba el príncipe que yo siempre imaginé junto a todos los ...ovich y ...ovnas tan propios de la literatura rusa y que entonces me resultaban tan exóticos. Su recuerdo ahora se hacía realidad en carne y hueso.

Para comprobarlo nada mejor que la escena en la que Mishkin, recién llegado a San Petersburgo, y con la vehemencia que le caracteriza hace un encendido y apasionado alegato contra la pena de muerte. Quizá el más convincente que uno pueda imaginar y que no puedo evitar citar a continuación:

"-Por lo menos, bueno es saber que cuando la cabeza rueda no sufren mucho.
-Acaba usted de hacer la observación que hace casi todo el mundo y que es cierta. Precisamente la guillotina se ha inventado para evitar sufrimiento. Pero yo pienso siempre: ¿y no será peor así? Quizá a usted se le antoje mi idea ridícula y absurda, pero cuando se tiene un poco de imaginación ¡se le ocurren a uno tantas cosas! Reflexione usted. Si se trata, por ejemplo, de un hombre al cual se somete a la tortura, existe el sufrimiento, las heridas, la agonía corporal que distrae del dolor espiritual, y así, hasta el momento mismo de la muerte, sólo sufre de las heridas. Porque el mayor y peor padecer quizá no es el que infligen las heridas, sino la certeza de que dentro de una hora, de diez minutos, de medio minuto, ahora mismo, el alma se te escapará del cuerpo y dejaras de ser un hombre, y saber que esto ocurrirá fija, irremisiblemente.
En la guillotina, lo terrible se concentra en un solo instante, mientras tienes la cabeza expuesta a la cuchilla y oyes como ésta se desliza hacia tu cuello. No vaya a creer que todo es idea mía solamente, sino que así lo piensa mucha gente. Estoy tan seguro de ello, que voy a exponerle francamente mi opinión.
Cuando se mata a un hombre legalmente, se comete un crimen mucho mayor que el que cometió el mismo reo. El viajero a quien apuñalan unos forajidos en el bosque tiene esperanzas de salvarse hasta el ultimo momento. Se han dado casos de hombres con la garganta seccionada que no perdían la esperanza de huir, o que pedían que se les perdonase la vida. Y esa ultima esperanza que hace diez veces más fácil morir, desaparece a causa de esa sentencia irremisible: saber que debes morir. La mayor agonía estriba entonces en el hecho de que sabes que vas a morir, y ninguna tortura peor que ésa. Durante una batalla puede llevarse al soldado hasta la boca misma de los cañones. No perderá la esperanza hasta el momento mismo en que disparen contra él. Pero léale a ese mismo soldado su sentencia de muerte y romperá a llorar o se volverá loco. ¿Cómo es posible suponer que un hombre sea capaz de soportar una cosa así sin volverse loco? ¿Por qué esa mofa cruel, abyecta, innecesaria? Quizá exista un hombre al que después de haberlo sentenciado a muerte le hayan otorgado el perdón. Sólo ese hombre podría contarnos su agonía. De ese tormento y de ese horror nos habló Cristo. ¡No, al hombre no puede tratársele así!"



Aunque, con diferencia, la interpretación de Mironov sea lo más logrado de toda la serie, no menos interesante resulta la recreación que del segundo protagonista de la novela, el impetuoso Parfien Rogoschin, hace Vladimir Mashkov. No es extraño, por lo tanto, que entre los mejores momentos figuren aquellos en los cuales ambos personajes acaparan la pantalla y toda nuestra atención.


Menos satisfactoria resulta la elección de Lidia Vielescheva como Nastasia Filippovna. Y es que al ser este personaje el auténtico motor de toda la acción y el causante, directa o indirectamente, de los sentimientos y de los actos derivados de éstos, de los principales protagonistas de la obra su recreación como la "femme fatale" fría, déspota y caprichosa, unas veces, y humillada y resentida, en otras, hubiera necesitado de otra actriz más capaz de transmitir todos los matices y todas las contradicciones que posee el rico personaje ideado por Dostoievski.

En cuanto al resto de la producción -vestuario, música, decorados- los resultados son igualmente desiguales. Parece mentira que en un país con una tradición musical tan rica como la rusa la partitura creada para esta ocasión resulte tan pobre. Tan sólo dos temas aparecen constantemente (uno de ellos, por cierto, muy similar al que aparece al inicio del segundo cuadro del primer acto del Eugenio Onieguin chaikovskiano) ilustrando, de forma un tanto predecible, los momentos más intensos del drama. Del sintético organillo empleado prefiero no hablar.

Mucho más acertados resultan todos los espacios donde se recrean los interiores (casa del general Yepanchin, casas de campo en Pavlovsk) donde transcurren las diferentes acciones y, en especial, la casa de Rogoschin en Petersburgo, con el inquietante cuadro que tanto impresiona al príncipe incluido, donde se nos muestra a la perfección toda la opresión, la oscuridad y la sensación de claustrofobia tan genialmente descrita por Dostoievsky.

Hans Holbein (1521): Cristo en el sepulcro

Resumiendo, una muy interesante producción muy fiel al original literario, aunque esta fidelidad entorpezca en ocasiones la comprensión general de la trama y una mayor fluidez en el discurrir de los acontecimientos, a la que se suma la peculiaridad de poder disfrutarse en el idioma original en que fue escrita. Desgraciadamente no he podido encontrar ninguna versión con subtítulos en castellano y creo que no me equivoco al asegurar que no es posible encontrarla en el mercado. No obstante, si alguien sabe de su existencia agradecería que me lo pusiera en conocimiento.
Para los más reacios a ver un vídeo subtitulado en inglés tan sólo puedo decir que si Boccanegra, con su penoso nivel en la lengua de Shakespeare, ha podido disfrutar de la serie cualquiera puede intentarlo.
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jueves, 5 de noviembre de 2009

(106) "LEO" by MACARENA FERNÁNDEZ

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Por fin, y depués de una larga espera, "LEO" inicia su andadura. Situada en uno de los lugares más privilegiados del comercio sevillano, la Plaza del pan, la nueva joyería de Macarena Fernández nos ofrece una amplia variedad en alta gama de bisutería de gran belleza y calidad, elegantes, sin renunciar a la sofisticación, pero dentro de una linea decididamente moderna, entre las que podemos encontrar piezas de su propia creación.



La prensa nacional tampoco ha querido permanecer ajena al importante acontecimiento. Aquí os dejo las dos portadas recientemente publicadas del ¡HOLA! y del VOGUE. Del resto de publicaciones, al haberse agotado con tanta rapidez, aún no he conseguido ejemplares.

Entre las primeras clientas en acudir a "LEO", y como no podía ser de otra forma, encontramos a Susana Fernández, siempre atenta a las nuevas tendencias en todos los campos de la moda y a la que podemos ver en la imagen extasiada ante el escaparate del nuevo local.



Las dos "Fernández", dueña y clienta, en un simpático mano a mano.




"¡Si pudiera me las llevaba todas!"

Y es que la belleza de todas las piezas que se pueden adquirir en "LEO" resultan toda una tentación a la que es difícil resistirse.



El arquitecto Luis Ridao, responsable de llevar a la realidad el diseño del local ideado por Macarena, coincidió con nosotros en la terraza del café "Europa".




De noche la frenética actividad comercial de la ciudad continúa sin descanso. Al finalizar la jornada, de regreso a casa y tras cerrar su propio negocio, don Leopoldo (LEOFER) se pasa un momento por la recién estrenada tienda de su hija para intercambiar impresiones.


Pues aquí tenéis a "LEO", feliz iniciativa de Macarena Fernández y a la que Boccanegra le desea mucha suerte en esta aventura que ahora inicia. Suerte que, aunque nunca está de más desear, gracias a la capacidad de trabajo y al buen gusto que caracterizan a mi cuñada estoy convencido de que siempre le acompañará.


Ah! por cierto, y no hace falta que os diga, tanto a los que vivís en Sevilla como a todos aquellos que pensáis visitarla en breve, dónde podéis conseguir ese regalo especial, original y con clase que, con demasiada frecuencia, tanto cuesta encontrar.
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