lunes, 8 de marzo de 2010

(112) TURANDOT: Teatro de la Maestranza, Sevilla (1)




Liù, bontà,
Liù, dolcezza,

Dormi! Oblia!
Liù, Poesia!


Aunque siempre resulta conflictivo relacionar conceptos como los de Arte y Ética si lo moral pudiera aplicarse al mundo de la ópera seguramente la Turandot pucciniana ocuparía un lugar destacado dentro de las obras más inmorales jamás compuestas dentro del género. Y no me estoy refiriendo a las inmoralidades de tipo sexual que, según algunos, desprenden la mayor parte de las óperas compuestas por Mozart o por Alban Berg y que también podemos encontrar en obras tan escandalosas en su día como la Salomé de Strauss o la Carmen de Bizet. Lo inmoral de Turandot radica, sobre todo, en el hecho de que a un personaje tan odioso como el de la cruel y caprichosa princesa china le sea permitido conseguir el amor del protagonista, el príncipe Calaf, al final de la obra y prácticamente sobre el cadáver aún caliente de la desgraciada Liú. Y, lo más importante, que tal triunfo se lleve a cabo a través de una música mediocre y totalmente alejada de la que, con un estilo mucho más innovador y original, hasta entonces habíamos escuchado, con total admiración, brotar del foso.
Y es que tan sólo a través de la música -de la de Puccini, por supesto- podríamos haber encontrado alguna justificación para el mezquino comportamiento de la princesa, algún motivo que nos hiciera creíble su repentino amor por el "príncipe ignoto" y alguna emoción que nos hiciera olvidar el terrible sacrificio de la esclava.


Birgit Nilsson (J'ai peur!) en una espectacular caracterización como la terrible princesa Turandot

Pero, por desgracia, el maestro nunca llegaría a componer la música de este dúo final. Cualidades para llevar a cabo tal cometido ciertamente no le faltaban al músico de Lucca, como ya anteriormente había demostrado al escribir números de un lirismo y de una intensidad dramática tan asombrosos como el dúo del segundo acto de la más que prometedora Manon Lescaut o el memorable dúo final del primer acto de Butterfly. Sin embargo, al final de sus días, lo avanzado de su enfermedad y la tremenda envergadura del proyecto resultaron una carga demasiado pesada para el agotado músico. ¿O es que quizá Puccini no estaba del todo convencido con el desenlace de su nueva ópera?


Lo cierto es que componer una música que redimiera ante los ojos del espectador a la princesa Turandot después de haber escrito toda la prodigiosa escena del suicidio de Liú y el posterior lamento con el que todo el pueblo se despide de ella no le resultó al maestro tarea nada fácil. Y tanto fue así que Puccini -tras numerosas revisiones efectuadas en el texto de la fallida escena, cuatro para ser exactos, y sin haber quedado plenamente satisfecho con el resultado- fallecería en noviembre de 1924 sin haber completado su ópera.

Arturo Toscanini

La terrible pérdida no impediría que el 25 de abril de 1926 Turandot fuera estrenada en la Scala de Milán con el final ideado apresuradamente por Franco Alfano y por Arturo Toscanini. Un final en el que, musicalmente hablando, poco o nada interesante ocurre y que culmina con la atronadora explosión del coro a los acordes del "Nessum dorma" donde todos festejan el amor de la nueva pareja y el "feliz final" de la historia. Recurso un tanto facilón y comercial que hace saltar de sus asientos al respetable tras los quince minutos más mediocres de la obra, auténtico anticlímax de la ópera.

Cartel del estreno de Turandot

Sin embargo, Toscanini, al frente de la orquesta durante aquellas ocho primeras representaciones, quizá defraudado por el resultado final, quizá en homenaje al compositor o, quizá, por ambas cuestiones a un mismo tiempo terminada la conmovedora escena en la que el cuerpo ya sin vida de Liú es llorado por todos aquellos que antes la habían ultrajado bajó la batuta y volviéndose hacia el público susurró:
"Qui termina la rappresentazione perché a questo punto il Maestro è morto"

Puccini y Toscanini

El próximo día 23 iré al Maestranza y al final de la función quisiera que esta infamia no tuviera lugar y que la princesa de hielo no se saliera con la suya. Me gustaría que al príncipe Calaf se le cayera la venda de los ojos y mandara a la pérfida Turandot a paseo. Me gustaría dejarme traspasar por la belleza de acero del afilado flautín y poder llorar junto al "popolo di Pechino" la muerte de la pequeña Liú. Me gustaría, en definitiva, al igual que hizo Toscanini el día del estreno, que la obra maestra de Puccini finalizara en el mismo lugar donde el maestro no supo, o no quiso, continuar, "in questo punto":

Liù, bondad,
Liù, dulzura,

¡Duerme! ¡Olvida!
¡Liù, Poesia!


EL NUEVO FINAL DE BERIO

Hace pocos años el maestro Luciano Berio compuso un nuevo final más acorde con el original pucciniano -por lo visto Alfano y Toscanini se hicieron un pequeño lío con los bocetos originales dejados por Puccini- en el que el triunfalismo inicial deja paso a un final más ambiguo y más acorde con el espíritu de la obra.
Por cierto, habría sido interesante que el teatro sevillano hubiera recurrido a este nuevo final aportando, ya que este montaje es una producción ya vista, algo de novedad a las representaciones que tendrán lugar este mes de marzo.
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5 comentarios:

Meme dijo...

Me encanta este blog. Felicidades!

Unknown dijo...

tienen idea dónde puedo conseguir la l etra (o libreto) del final de Luciano Berio? Muy interesante el artículo. Saludos,María Marta

Carmen dijo...

Jaaaaaavi,que voy el martes,nos vemos no??Yo estaré en Balcón como una señora.Si es que tenemos que vernos en Turandot,no podría ser de otra manera,que glamour.Besotes

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

El libreto del final de Berio es el mismo que el de Alfano, porque Puccini tenía el libreto completado desde mucho antes de su fallecimiento. ¿No? Saludos.

Unknown dijo...

Es así como vos lo decís. El libreto ya estaba terminado. Entonces, ¿el únco cambio, en la letra en el final completado por Berio será que no se repite nessum dorma? Saludos

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