lunes, 12 de enero de 2009

(71) TEATRO MAESTRANZA: CASCANUECES (1)

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Tchaikovsky en 1886

Щелкунчик Op. 71

DESPERTAR MUSICAL

De entre las muchas virtudes que podemos encontrar en la música de Piotr Ilich Tchaikovsky, y que me hace estar eternamente en deuda con él, una de las principales es la de haber ayudado a muchos jóvenes a iniciarse en el complejo mundo de la música, a aprender a amarla y a sentirla con auténtica pasión. En mi caso todo empezó gracias a ese “Cascanueces”, uno de los cuatro o cinco discos de clásico que había en casa, que un buen día se cruzó en mi camino y que, aún no sé bien por qué, tuve la ocurrencia de colocar en el tocadiscos. Luego vinieron, en mis años adolescentes, los primeros discos que entre la ilusión con que eran comprados, la ilusión que sólo se puede sentir a esa edad, y lo escaso de mi paga venían a convertirse en un auténtico tesoro, por supuesto, siempre compuesto por sinfonías y conciertos del compositor ruso ¿En alguna otra ocasión he vuelto a abrir un disco con la misma emoción?¿Alguna otra vez he sentido la música con ese arrebato casi enfermizo? No de esa forma. Muchos de los que estéis ahora leyendo estas lineas sabréis a qué me refiero.
De su mano llegué hasta Mozart, pues a estas alturas ya sabía que era su músico preferido, y este nuevo amor unido a nuevos descubrimientos me hizo ir olvidando poco a poco al autor y a las obras que tanto llegué a querer. Posteriormente, el contacto con la música de nuevos y más “prestigiosos” compositores, Bach, Wagner, transformó el olvido en indiferencia y ésta , con el paso del tiempo, en auténtico rechazo. De esta forma, y como un nuevo Pedro, renegué de mi maestro, pero en mi caso, en más de tres ocasiones y ahora, mientras mis oídos se entragaban a nuevas pasiones, el pobre cascanueces yacía roto por la ingratitud en el rincón más oscuro de mi discoteca.



Han pasado ya muchos años desde entonces y el tiempo, que siempre pone a cada uno en su lugar, ha devuelto al bueno de Piotr al lugar que nunca debió abandonar. Que no es el mejor sinfonista que haya existido, él nunca se tuvo por tal. Que su música de cámara carece de la profundidad que otras sí poseen, puede ser. Pero lo que nadie podrá negar es el infinito encanto que poseen sus melodías, a veces ingenuas, otras llenas de nostalgia, pero siempre frescas y con la cualidad, exclusiva de los más grandes, de ser recordadas y de permanecer con increíble facilidad para siempre en nuestra memoria. No es de extrañar, por tanto, que sea en sus ballets donde encontremos lo mejor de su producción y que, aunque el bueno de Tchaikovsky nunca quedara satisfecho del todo con el resultado obtenido con su nueva obra, siempre considerara a otro de sus ballets, "la bella durmiente", como su creación más lograda. Hoy, al escuchar de nuevo esta música, vuelve a mí una renovada emoción, una infinita nostalgia y el dulce recuerdo de aquel lejano día en el que, sin saberlo, comenzaba un largo viaje, el viaje más maravilloso que se pueda imaginar.

El "Cascanueces" se representa en Sevilla del 14 al 18 de enero.
Ballet de la ópera de Düsseldorff.
Coreografía Youri Vàmos
Martin Fratz dirige a la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla.



Del famoso andante maestoso, el Grand pas de deux perteneciente al segundo acto, podéis escuchar la estupenda transcripción hecha para el piano por Mijail Pletnev y que él mismo interpreta en esta grabación.
No sé si es cierto, pero existe la leyenda de que este fragmento fue el resultado de una especie de apuesta entre el compositor y un amigo suyo. Por lo visto el amigo desafió a Tchaikovsky a componer una pieza donde aparecieran los siete grados de la escala diatónica pero de manera sucesiva. El músico aceptó la propuesta limitándose a puntualizar si dicha escala debía ser ascendente o descendente. Cierto o no, el resultado, con tan sencillo punto de partida, no pudo ser ni más hermoso ni más emotivo.



Si queréis la suite completa del Cascanueces-Pletnev pinchad:


En YouTube otro pianista ruso, el joven Nikolai Tokarev, nos ofrece esta otra magnífica versión: ---

7 comentarios:

Amayismo dijo...

Ay qué ganas de que llegue el domingo para estrenar el vestido viendo esta preciosidad! Bueno ejem, en realidad estrenarlo estrenarlo no lo voy a estrenar porque ayer no me aguantaba y me lo puse, pero bueno en lo que sí que me estreno es en ver un ballet como debe ser, desde la butaca y no estirando el cuello desde el foso. Bueno, esta noche nos vemos para ver ese programa cultural que ponen en el canal ese, no? MUAAAAAA

Carmen dijo...

Vaya Javi!! me has conmovido con la historieta, a mí me pasó algo parecido pero con el Requiem de Mozart que fue el primer disco que tuve entre mis manos. Me está dando una envidia lo del Cascanueces,igual me animo y voy a tan singular evento.
Amayismo,doy fe de la belleza del vestido,y me apunto a la cita televisiva,pero para daros la lata y criticar el rollito de los chuflillas esos,viva la comida china!

XS dijo...

Me encantaría que cada uno me contara su primera experiencia...musical, claro. Y de lo de esta noche no deis tantas pistas que me juego la reputación. Besos.

Anónimo dijo...

Comooooo? yo tambien voy al ballet y no tengo modelitooooo!

Por cierto de que programa, que no es el que todos sabemos de los sábados hablais?. Javier, habla ahora mismo y, no te preocupes por tu reputación.

Amayismo dijo...

Querida Marifé, estoy segura de que irás al ballet estrenando unos precisísimos Clarks y pisando con garbo el suelo del Maestranza... Del programa cultural no puedo hablar ya que Boccanegra se encuentra a mi vera velando por la compostura y buena fama de este, su blog, que pa eso es suyo. El domingo te lo digo. MUA

Condesa Pituccini dijo...

Querido Boccanegra, tienes toda la razón. Nunca más se vuelve a sentir esa emoción al abrir un disco, en aquella época, tan fuera del alcance de muchos. Como no se vuelven a escuchar las mismas obras como la primera vez, ni es la misma emoción de los primeros conciertos a los que empezábamos a ir.
En mi caso , el primero no fue Tchaikovsky, sino Chopin, que también tuve injustamente relegado durante años, pero al que restituí su lugar después de pasear por todos los demás y darme cuenta que no hay mejores ni peores pues todos son únicos. De todos modos Piotr llegó muy poco después y recuerdo las largas tardes de invierno adolescente en casa en plena catarsis sentimental desatada por sus sinfonías, conciertos.... Que , si es comparable con algo ,a lo que más se asemeja es al éxtasis del enamorado reciente, exactamente esa es la sensación que recuerdo de aquella época, al principio de un idilio que dura en el tiempo como una pasión , curiosamente tan fresca como el primer día.
Por cierto tengo cierta envidia, porque ni voy a ver el ballet, ni a estrenar modelito , ni zapatos, ni sé de que "programita " estais hablando. Tened compasión....

Anónimo dijo...

De verdad, qué nivel de profundidad en vuestras "primeras veces". Yo no tengo más remedio que confesar que, en esa edad temprana de la adolescencia, la "clásica" estaba por llegar a mi vida. En esos años, eso sí, me sabia todas las conciones de la nueva trova cubana , Hilario Camacho, Serrat (el de aquella época, el que cantaba a Machado y Miguel Hernández), etc.

En cualquier caso, os puedo asegurar que sentía esa misma sensación de éxtasis del que hablais.

Ay!, que mona yo con esa melena larga, con esa falda, tambien larga, muy larga, y esas ganas de cambiar el mundo.

Besos

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